Samuel Goldstein está pisando las cuatro décadas y entre otros
padecimientos tiene a Esther, tiene astigmatismo, tiene madre y tiene
hermana. Su trabajo consiste en escribir los monólogos humorísticos de
un programa cuyo rating languidece a la misma velocidad que su
autoestima y todavía no ha renunciado a su sueño de ser un escritor “de
verdad”. Cada año retoma su idea de empezar una novela y cada año
fracasa en el intento, la realidad lo devora y le marca otros límites.
Ante la inminencia de su cumpleaños número cuarenta, Samy siente que es
ahora o nunca y decide dejarlo todo de lado, el programa, las
obligaciones familiares y la sombra de ese otro yo que lo agobia. Y es
en medio de este torbellino de confusiones que aparece en su vida Mary,
otro torbellino…que gira en dirección opuesta a la de Samy.