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VER PALOMA DE PAPEL

Dirección y guión: Fabrizio Aguilar. País: Perú. Año: 2003. Duración: 87 min. Interpretación: Antonio Callirgos (Juan), Eduardo Cesti (Viejo), Aristóteles Picho (Fermín), Liliana Trujillo (Domotila), Sergio Galliani (Wilmer), Melania Urbina (Yeni), Tatiana Astengo (Carmen), Jesús Carbajal (Modesto), Ángel Rojas (Pacho), Anaís Padilla (Rosita). Producción: Fabrizio Aguilar. Música: Irene Vivanco. Fotografía: Micaela Cajahuaringa. Montaje: Enrique Río. Dirección artística: Eduardo Camino. Vestuario: Leslie Hinojosa. ¿Quién es este hombre de aspecto desgarba-do y solitario que baja hacia el pueblo, atraído por las voces y ruidos de la comunidad? Cuan-do lo vean, seguramente pocos lo recordarán. Ya es todo un hombre y lleva marcado el ros-tro con la tinta indeleble del sufrimiento y la injusticia. Sin embargo, en sus ojos apagados vive todavía aquel niño serrano de once años llamado Juan (Antonio Callirgos), hijo de Domitila (Liliana Trujillo) e hijastro del cobarde Fermín (Aristóteles Picho). Su corta vida en-contraba reposo en la amistad de Pacho (Ángel Rojas), el hijo del alcalde; Rosita (Anaís Padilla), una pequeña pastora; y el viejo he-rrero que le enseñaba a batir el hierro y a fabricar aves de papel. ¿Cómo ha llegado entonces a ser quién es? Para eso hay que re-cordar el día fatídico en que el padre de Pacho es asesinado y Juan descubre que Fermín, su padrastro, es un delator y está implicado en el crimen. Este conocimiento provoca que Fermín entregue a Juan a los terroristas, para asegurar su silencio. Imprevistamente, sin que medie consulta alguna, Juan es obligado a militar en las fi-las insurgentes, junto a otros niños y adolescentes cautivos como él, a los que se entrena para matar y para tolerar la visión de la muerte sin pestañear. Juan logra huir y se dirije a su pueblo. Su propósito es alertar a los vecinos que es inminente una incursión terrorista. Nadie le cree, pues lo acusan de ser un señuelo. Domiti-la consigue esconder a Juan, pero pronto es descubierto. Cuando las huestes terroristas llegan al pueblo, preparan un "juicio popu-lar". Pacho y Rosita observan cómo Juan y Domitila son arrastra-dos hacia la plaza, junto a la autoridad y al padrastro, todos acusa-dos de traición. Desesperados, los pequeños acuden en búsqueda de la ronda campesina (la misma que desoyó la advertencia de Juan) y, en el camino, Pacho cae herido, lo que deriva en una bata-lla campal de desiguales proporciones: los ronderos (sistema popu-lar de vigilancia) blandiendo trinches, palos y granadas caseras, mientras los terroristas empuñan sus fusiles. La batalla es ganada por los campesinos, pero en la plaza yacen muertos y heridos. Cuando un camión del ejército llega al pueblo, comienza para Juan otra etapa dolorosa de su vida: la estancia en la cárcel. Años des-pués, indultado, Juan regresa al pueblo. Llega en búsqueda de los recuerdos de una infancia que seguramente no fue feliz, pero que tuvo rostros y situaciones que la memoria guarda con devoción.

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