Todos los días “Lolo” me acompaña. El año pasado pegué una calcomanía con su rostro en mi auto porque siento que me cuida, me protege, me bendice desde el cielo. Soy católico, creo en Dios, pero no llevo estampitas de santos reconocidos por la Iglesia, tampoco he colgado un rosario en mi espejo retrovisor.
Marco Cabrera
El amor por el ídolo eterno va más allá de la moda, de la pose por sus cien años. Miles de hinchas lo llevan tatuado en la piel, lo pintan en las paredes de sus barrios, en los polos de la Trinchera, está en el protector de pantalla, otros ya lo inmortalizaron en las butacas del Monumental, el templo donde se le reza con el cántico, con la voz impulsada por los latidos del corazón.
El amor por el ídolo eterno va más allá de la moda, de la pose por sus cien años. Miles de hinchas lo llevan tatuado en la piel, lo pintan en las paredes de sus barrios, en los polos de la Trinchera, está en el protector de pantalla, otros ya lo inmortalizaron en las butacas del Monumental, el templo donde se le reza con el cántico, con la voz impulsada por los latidos del corazón.
Muchas generaciones no lo vieron jugar, pero saben su historia. Le cantan cuando un partido se complica, cuando una definición por el título parece perdida. Milagros hay varios: La final de 1998 cuando Cristal ganó la ida 2-1 y el segundo partido lo ganamos por penales. En el 2011, aunque duela decirlo, salvamos la categoría en la última fecha gracias a otros resultados. “Lolo” nos iluminó.
Tus devotos no pedimos tu canonización, ya te declaramos el santo de nuestra religión “porque tu jugabas con cariño, por amor a esa camiseta”.
El “Lolo” que YO VI
El “Lolo” que YO VI
Javier Rojas
-Editor de Todo Sport
-Editor de Todo Sport
Una de las razones por las que me interesé en el fútbol por el año 1946 fue el gran Teodoro “Lolo” Fernández. Era mi vecino en Lince e ídolo de mi barrio. Lo que más recuerdo de “Lolo” era su humildad, jamás lo vi celebrar un gol. “Yo juego por amor a la camiseta crema, no para humillar a mis rivales”, me decía el “Cañonero”.
La jornada más espectacular en que pude verlo fue un 25 de diciembre de 1945 contra Racing. A “Lolo” lo marcaba el mejor zaguero de la época, José Salomón. Aún así se dio maña para anotar cinco goles. “Me salió hasta un gol de palomita, compadre”, me dijo después del partido.